miércoles, 28 de octubre de 2009

Una gran mujer, esposa de Willie Romero

28 de abril de 2009

Generalmente cuando tengo la oportunidad de convivir con otras esposas de jugadores, percibo muchas similitudes entre ellas y sus esposos. Aspectos tales como la cortesía y formalidad, así como la sencillez y humildad.

En esta ocasión, la esposa del jugador venezolano Willie Romero, la señora Yokira Hernández, comparte con nosotros su perspectiva como esposa de un beisbolista profesional.

Seguramente la gran mayoría de la afición yucateca coincide en que este jugador ha sido, por mucho, de los mejores refuerzos que han tenido los Leones de Yucatán en los últimos años.

Lo distingue su entrega, su profesionalismo, su calidad humana y, sobre todo, su gran fe en Dios.

P: ¿Cómo se conocieron Willie y tú?
R: Teníamos un amigo de la infancia en común, pero no nos conocimos sino hasta que teníamos 18 años y nos enamoramos.


P: ¿Se casaron muy jóvenes?
R: Teníamos 20 años cuando nos casamos. En esa época él jugaba en las Ligas Menores en Estados Unidos y yo lo acompañaba; estábamos fuera de casa gran parte del año. Cuando regresábamos a Venezuela, yo continuaba con mis estudios.

P: ¿Lograste terminar tu carrera?
R: Sí, soy Ingeniera en Sistemas.

P: Debió ser algo complicado el alternar los viajes con los estudios...
R: Sí, pero era importante apoyarlo en su carrera. Tú sabes que el sueño de ellos, como beisbolistas, es llegar a las Grandes Ligas.

P: ¿Cómo fue que tu esposo vino a jugar a México?
R: En 1997 termina su contrato en Ligas Menores en Estados Unidos. Llegamos a Venezuela y sin trabajo. Estábamos pasando por momentos difíciles porque, además, habíamos estado intentando tener bebé por un tiempo y nada. Un día Willie me dice: “Mira, mi amor, si hay un Dios, vamos a tener a nuestro bebé y voy a tener trabajo”.

Esa misma tarde fuimos a recoger mis resultados de la prueba de embarazo; yo no quise ir por que tenía miedo de leer negativo otra vez. En eso veo a Willie que viene caminando con una sonrisa de oreja a oreja y me abraza muy fuerte. En ese momento suena el teléfono y era su agente, diciéndole que va para México. Ya tenía trabajo.

Llega a México con el equipo de los Tigres, de ahí lo cambian a Saltillo donde fue campeón bateador y, para nuestra sorpresa, lo cambian a Yucatán.

P: ¿Platicas con tu esposo de béisbol?
R: Si, tal vez no del juego en sí. A mi me gusta observarlo mientras juega y a veces me doy cuenta si está haciendo algo diferente en su forma de batear. Se lo comento y me escucha. Si tiene un día malo en el juego, no suele llevar el problema a casa. Afortunadamente ha sido un hombre con éxito en su carrera.

P: Es poco el tiempo que ellos están en casa ¿Qué actividades realizan cuando tu marido está con ustedes?
R: Mira, cuando Willie está en casa, a él le gusta cocinar, juega con los niños, los lleva temprano a la escuela y comparte con ellos sus actividades extracurriculares. A Karely (9 años) le gusta tocar el piano y a Josué (6años) le encanta el béisbol. A Willie le gusta tocar el Bongó (percusión), escuchar música y también escribe. Le gusta escribir sus ideas y pensamientos; mira que lo hace bien. Disfrutamos mucho el tiempo en familia y en Dios.

P: Sabemos que las carreras deportivas de nuestros esposos tienen una vida útil de ciertos años.
R: Sí, lo sabemos. Tenemos varias opciones, varios proyectos. Yo en Venezuela tengo mi negocio, mi trabajo; yo aprendí a ser económicamente independiente.

Concluyo esta entrega con la siguiente frase de mi amiga Yokira:

“Una como esposa es su fortaleza, su mitad, su compañera, somos su ayuda idónea”

Hasta la próxima. Mérida, Yucatán.

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